LA SOPLONA
Jaleo. Tumulto en la esquina de San Nicolás.
Ta, ta, ta... ruido alto...lluvia de piedras;
tiembla el bajareque:
sólo así se despierta la mandinga soplona,
amante del brete.
Pelambre llena de mugre, ojos como de rata,
asoma su fea nariz por el resquicio de la ventana.
Bemba contra las tablas, comezón que la arrebata;
con rascaduras como de simio castiga sus rancias nalgas.
Con una mano se rasca, con la otra... se quita una legaña.
Escaleras abajo, se huele el sobaco; acomodando sus pies
a las viejas y raídas, sandalias de saco.
Ya está en la calle. El agente la espera.
Debajo de su seno lleva la agenda.
A falta de cartera, su enorme sostén, usa sin pena.
Con una sonrisa, recibe su pago.
Con ávidos ojos mira la bolsa que le han dejado: Que bien,
jabón, detergente.
Ahora con cinismo, grita conciente:
!? quién rayos les manda ser disidentes!?
Importándole un bledo la suerte que corran,
alegre y sin prisa, arranca de vuelta a su bajareque.
ELIXIR PONZOÑOSO
Otra Poesia de Enri Saumell
Dulce, suave, exquisito
baja el licor su garganta;
bébelo con la esperanza
de ser amor infinito.
Mas, cuando en él ya está,
calma sublime las penas,
convirtiendo su alma buena
en mar de felicidad.
Para luego sin piedad y con violenta
gradación envenenarle el corazón, y, cual
diabólica ponzoña, truécale en vil
carroña: del mundo horror y estorbo.
